Cuando existe violencia familiar, aún si los niños no son directamente maltratados, sufren consecuencias de índole psicológica. Existen casos en los que los conflictos de la pareja vuelven más vulnerable al menor, y puede buscar protección fuera del ámbito familiar ya que no se siente seguro en su hogar, volviéndose más propenso a convertirse en víctima de abuso sexual.
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