Generalmente en el abuso sexual infantil no se usa la fuerza. El adulto se aprovecha de la confianza y de la influencia que él tiene sobre el menor o del cariño que éste último siente por él. Es posible que sea amable con el menor y lo convenza, que lo amenace o lo intimide, o que le dé regalos.
No importa la forma en que la persona consiga que el menor participe en la actividad sexual:
¡El abuso hará mucho daño al menor!!
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