CUENTO PARA LA PREVENCIÓN DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL.
Escapando de un secreto
Hace mucho tiempo, había un país en el que todo eran sorpresas: había fiestas sorpresa, regalos sorpresa, visitas sorpresa y mil sorpresas más. Niños y mayores las preparaban a escondidas con gran ilusión y cuidado. Luego, cuando llegaba el gran día, se descubría la sorpresa y todo se llenaba de alegría.

Así que el Señor del Silencio envió a sus fantasmales sembradores de secretos al país vecino, y estos consiguieron llenarlo todo de secretos, miedos y susurros. Las sorpresas fueron desapareciendo, y apenas quedaban niños que no tuvieran atrapado el corazón por un secreto. Pero entonces Laura, una de aquellas niñas atrapadas, descubrió que su coranzoncito se estaba haciendo cada vez más pequeño y triste. Y superando su terrible miedo, le contó el secreto a su mamá para ver si podía ayudarla.
El secreto voló veloz hacia el corazón de su mamá, dispuesto también a atraparla, pero al tocarlo explotó en mil pedazos, dejando libre a la niña ¡Menuda sorpresa! Nadie, ni siquiera el malvado Señor del Silencio, sabía que los secretos no pueden atrapar al mismo tiempo el corazón de una madre y su hija, porque están unidos por un amor especial que ni siquiera el miedo puede romper.
Laura, sintiéndose otra vez libre y alegre, corrió a contárselo a todos sus amigos. Estos, según fueron hablando con sus mamás, vieron cómo sus secretos estallaban y obligaban a los sembradores de secretos a volver a su oscuro y triste reino. Y libres del miedo, y felices de nuevo, jamás volvieron a preocuparse por los secretos, pues sabían perfectamente cómo diferenciar una sorpresa de un secreto. Bastaba con contándoselo a mamá, porque al compartir sus corazones las sorpresas los llenaban de alegría y los secretos estallaban en mil pedazos.
Pedro Pablo Sacristan
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