Las consecuencias psicológicas que suelen acompañar a la vivencia del abuso sexual infantil son frecuentes y diversas, tanto aquellas que se producen en la infancia como las que, en muchas ocasiones, perduran hasta la edad adulta.
El abuso sexual infantil puede considerarse una situación extrema que, tal como exponen Lazarus y Folkman, suele resultar en un elevado nivel de estrés y malestar en la gran mayoría de individuos.

Como afirma López en su estudio, únicamente un 20 o 30% de las víctimas de abuso sexual infantil permanecerían estables emocionalmente tras esta experiencia. Son diversos los autores que constatan la existencia de víctimas asintomáticas, sin embargo, estas víctimas podrían llegar a presentar problemas posteriormente, configurando los llamados efectos latentes del abuso sexual infantil
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